Aquella mañana llegué a la consulta dispuesta a
empezar bien el día. Me senté, ordené la mesa e imprimí la agenda. Y, entonces,
vi que mi primera paciente era ya conocida para mí. Ahí empezó a torcerse.
Aún no hacía un mes de mi incorporación y ésta era ya
la séptima visita de María. Una mujer
joven que había consultado en días previos por dolencias crónicas. Entonces noté
un nudo en el estómago y me sentí profundamente aburrida.
Salí a nombrar y la invité a pasar.
¿Qué le
pasa?, comencé.
Vengo porque
me duele la espalda y se me va hacia la pierna hace ya tres días.
Y sigo con el dolor de cabeza.
Completé la anamnesis mecánicamente: ¿desde cuándo? ¿con qué lo relaciona? ¿cuándo
le duele más? ¿qué tratamientos ha hecho hasta ahora?
Y añadí: ¿quiere
consultar alguna otra cosa?
“Sí, ahora
me encuentro más decaída. No sé si tendría que cambiar de tratamiento. Estoy
cansada de encontrarme siempre cansada, de no estar nunca bien. A veces me pregunto si merece la pena seguir
viviendo como estoy.”
“¿Eso piensa?”
“Sí, yo antes no era así ¿sabe?”
En este momento me sorprendí cansada del cansancio
de la paciente, tener consciencia de esta sintonía me hizo pensar “Si yo me siento así ¿cómo estará ella?”.
A partir de aquí comencé a percibir enfrente de mí,
no una paciente “difícil”, sino una persona “sufriendo” y esto me hizo “saltar”
de mi cansancio y abrirme al encuentro con otra persona que acudía en busca de
ayuda, tal vez de escucha. Me propuse tender un puente hacia ella, hacerla
saber que podía encontrar en mí un apoyo a sus dificultades. Hablamos un poco
sobre su realidad y acordamos vernos unos días después para continuar.
Al entrar el siguiente paciente, ya sin nudo en el
estómago, pensé “ha empezado bien este
día”.
Gema García Sacristán
MFyC CL Fuentidueña de Tajo, EAP Villarejo de Salvanés, DASE
GC&S SoMaMFyC
Comparto con vosotros un relato breve que escribí para AMFj (la revista online de semFYC) sobre la Empatía, seguro que os reconocéis en momentos de la consulta. A mí me ayudo mucho ponerlo sobre papel para hacerme consciente y utilizarlo en otros pacientes posteriores.
A veces la prisa de los 5 minutos bloquea esa capacidad de darnos cuenta de la "sintonía" que de hecho desarrollamos con los "sufrientes" y es una herramienta fantástica para desatascar procesos cronificados en patología y relaciones médico-paciente estancadas.