El póster ganador en el XXXIII Congreso de Comunicación y Salud "Me duele la vida" versó sobre el Trastorno Somatizador, patología altamente frecuente en nuestras consultas, pero no por eso bien manejada.
Aprovechamos esta entrada para compartir con todos vosotros el póster y algunas herramientas comunicacionales a tener en cuenta con estos pacientes.
Este trastorno
se caracteriza por la presencia de un elevado nivel de miedo, preocupación y ansiedad ante la creencia o el
convencimiento de estar padeciendo una enfermedad médica grave, o bien por la
posibilidad de estar contrayéndola. Son alrededor del 10% de nuestros
pacientes, pero consumen el 50% de nuestro tiempo. Los pacientes somatizadores
pueden llegar a suponer el 25-30% de las consultas en Atención Primaria.
Son
hiperfrecuentadores, sobrecargan nuestras agendas, pero no solo por el tiempo,
sino por la implicación emocional que suponen, generando un peso difícil de
manejar. Nos colocan en un lugar incómodo porque habitualmente no acabamos de
resolver de forma satisfactoria las múltiples patologías por las que vienen a
nuestras consultas. Nos sentimos frustrados, agobiados porque solucionar lo que
nos plantean, con frecuencia, supone abrir la caja de Pandora de nuestros
pacientes, meter la cabeza en el agua fría para ver cuan profundo es el iceberg
que apenas nos muestran y para eso o no estamos preparados, o no nos sentimos
capacitados.
El
concepto de somatización tiene 3 componentes: LA TRIADA DEL SOMATIZADOR.
1. Experiencial.
Son los síntomas que experimenta el paciente: múltiples y variados, dolor a
cualquier nivel, mareos, acúfenos, insomnio, vaginitis… y que, aunque
objetivos, no se pueden demostrar por pruebas médicas.
2. Cognitivo.
Es la interpretación que el paciente hace de sus síntomas: En general, dentro
del contexto de una enfermedad amenazante y no le sirven las afirmaciones
tranquilizadoras que les ofrecemos.
3. Conductual.
La persona busca de forma insistente: un diagnóstico y un tratamiento médico para
sus síntomas.
Y en resumen, ¿qué
esperan de nosotros?
- Que los escuchemos y que los
comprendamos: empatía. Empieza porque nos liberemos de la carga emocional que
nos invade cuando lo vemos en la lista.
- Que aceptemos su papel de enfermo. No lo eligen de forma voluntaria, son
verdaderos enfermos.
- Quieren información sobre su
enfermedad. Este punto es complicado porque previamente han tenido diagnósticos
de lo más erráticos y estrambóticos. Ellos no aceptan tener un problema de
salud mental, sin embargo, hay que ser muy sinceros y explicarles en que
consiste el trastorno somatomorfo, sin, en ningún momento, hacer referencia a
que se inventan los síntomas, ya que en tal caso pensarían que no les creemos y
perderíamos la capacidad empática.
- Quieren que no les consideremos
pacientes psiquiátricos. Les ofreceremos el modelo orgánico, en que los
aspectos psicológicos son la causa, se presentan asociados y es fundamental el
control de los mismos para mejorar.
- Para
ellos es fundamental que entendamos el significado de dichos síntomas en su
vida, han aprendido a afrontar muchas situaciones con ellos, en un equilibrio
inestable (son pacientes con déficits afectivos en la infancia, por ejemplo)
- Por encima de todo, estos pacientes precisan
ESCUCHA ACTIVA
Por todo
esto, NO HAGAS:
• Focalizarte
en los síntomas
• Quedarte
en lo biológico sin saltar a lo psicosocial. No tiene nada
• Dejar de
explorar
•
Catalogarlo de funcional. Lo suyo es de los nervios
•
Culpabilizar al paciente
• Realizar
pruebas diagnósticas y derivaciones sin criterio
• Dar
información ambigua sobre las exploraciones
• No
escuchar
• No ser
compasivo ni empático. No respetarle
• No ser
el único médico de tu paciente. Protégele del resto.
Enhorabuena y gracias a Carmen Ortega González, y a todo el Grupo Comunicación y Salud de la SoMaMFyC por seguir trabajando y difundiendo el valor de la Comunicación como herramienta fundamental de abordaje de muchas de las patologías que cada día vemos en nuestras consultas.