El Grupo Comunicación y Salud de la SoMaMFYC tiene el gusto
de invitaros al 40º cinefórum que se celebrará el día 19 de marzo, a las 16:00
horas en la nueva sede provisional de nuestra Sociedad (Paseo de las Delicias
nº 30, 2º planta). En este encuentro, se proyectará y comentará la película “El
caftán azul” de la directora marroquí Maryam Touzani.
Al igual que los anteriores cinefórums, éste será coordinado
por los doctores Alberto López García-Franco -Colaborador del Grupo
Comunicación y Salud, que nos adjunta una breve reseña- y Concha Álvarez
Herrero.
Mariam Touzani es una documentalista, guionista, actriz y
directora marroquí que en este su segundo largometraje continúa con su vocación
de denuncia de la realidad social y política de su país. Si en la primera de
sus películas, “Adam” (2019) denunciaba la situación de ilegalidad de las
mujeres solteras embarazadas en Marruecos y la exclusión social de las viudas
que no quieren volver a casarse, en su segundo largometraje “El caftán azul”
(2023) denuncia el tabú de la homosexualidad en esa sociedad homófoba.
Y lo hace acompañada por otras mujeres: Virginie Siurdej y
Lubna Azabal. La primera, directora de fotografía dota a la película de una
fotografía con la que, en un excelente trabajo de claroscuro, nos recrea los
pequeños espacios del taller, las calles de la medina y el apartamento de la
pareja por donde transitan nuestros personajes con su melancolía a cuestas. La
otra mujer, Lubna Azabal es la actriz icónica de sus dos primeras películas,
que ya nos deslumbró en España con la maravillosa e inquietante película
“Incendies” (2010) del director Denis Villeneuve (del que ya pudimos disfrutar
en nuestro cinefórum con su película “La llegada”).
Tanto “Adam” como “El caftán azul” son películas de amor y
compasión. De amor a los convivientes que transitan por esos escenarios a veces
hostiles. De amor a la profesión a la que dedican afanes y desvelos. En “Adam”
nuestra Lubna Azabal en su condición de mujer sin marido, por viuda, encuentra
en su trabajo de repostera más que una manera de realización, una de
supervivencia sacrificada intentando sacar adelante su hogar con una hija de
ocho años. Es precisamente la joven embarazada y soltera que llama a su puerta
buscando trabajo y techo para dormir, la que la interpela y le recuerda que en
la orfebrería del pan, además de harina y levadura se requiere de la caricia y
el cariño con el que hornear la masa madre. Es ese amor por el trabajo manual
el que despliega su marido en su otra película “El caftán azul” en la
confección de esa vestimenta tradicional, hecha a la vieja usanza, en la que,
al igual que en la vida, los hilos hay que entretejerlos con el cuidado del
artesano y el guiño de la tradición. Con la urdimbre del amor y la presencia de
valores.
En el “caftán azul” se despliegan diferentes tipos de
amores: el conyugal, el sexual y el de la tarea bien hecha, en un ejercicio de
cuidadores en el que los silencios son terriblemente elocuentes y en donde por
encima del deseo merodea el cariño, que se plasma en esos consejos que nuestra
Mina le da a su esposo: "Deja que el amor se manifieste, no lo
escondas". En “El caftán azul” vemos las vicisitudes que acontecen a la
pareja propietaria de la sastrería tradicional a la que se añade el joven
aprendiz que introduce en la precaria armonía pasiones y recelos. En un país
como Marruecos donde la homosexualidad es ilegal esta película ha contado con
la financiación del Centro de Cine Marroquí, dependiente del Ministerio de
Cultura y fue escogida como representante marroquí para los Oscars. Ello habla
del poder discursivo del cine para cambiar realidades o por lo menos plantear
nuevas miradas. Película sobre el amor con mayúsculas ya sea homosexual, o
platónico y sobre el cuidado con personajes que no quieren herir, pero que
hieren; que no quieren saber, pero que saben; y que se aceptan en un ejercicio
en el que se prestan a cuidar… y cuidan.
Os esperamos.