CINEFÓRUM del Grupo Comunicación y Salud. SoMaMFYC
El Grupo Comunicación y Salud de la SoMaMFyC tiene
el gusto de invitaros al 37º cinefórum que se celebrará el día 14 de junio, a las 16:00 horas en la sede de la Sociedad (C/Fuencarral nº 18-1º D). En
este encuentro, se proyectará y comentará la película “EL ACUSADO” del director francés Yvan Attal.
Al igual que los anteriores cinefórums, éste
será coordinado por los doctores Alberto
López García-Franco -Colaborador del Grupo Comunicación y Salud,
que nos adjunta una breve reseña- y Concha
Álvarez Herrero.
Las películas de juicios constituyen un género
en sí, con una trama que intenta revelar la verdad sobre lo acontecido. Su propósito
es que no exista duda razonable alguna sobre la culpabilidad de la persona a la
que se condena. La acción se desarrolla en un escenario en el que fiscales y
abogados en un juego de agravantes y atenuantes, de falacias y argumentarios, intentan
conseguir sus objetivos que no siempre coinciden con el de alcanzar la
justicia. Jurados y jueces deben dictaminar un resultado sin verse influidos por
prejuicios, sesgos ni ideologías. Ejemplos brillantes de este cine de juicios
son “Anatomía de un asesinato” (Otto Preminger, 1959), “Doce hombres sin
piedad” (Sídney Lumet,1957), “Testigo de cargo” (Billy Wilder, 1957) o “Matar a
un ruiseñor” (Robert Mulligan, 1964).
En nuestra película, un joven instruido,
sensible y educado, hijo de una pareja de intelectuales liberales, se enfrenta
a la denuncia de violación de la hija de la actual pareja de su madre. Su
director Yvan Attal, que ya demostrara su enorme capacidad de denuncia social
en la brillante película “Una razón brillante” nos sumerge de lleno en el
debate del “sólo sí es sí” en una película compleja, llena de aristas legales y
morales, cuyos personajes se debaten en sus propias contradicciones. La madre
del joven acusado, Charlotte Gainsbourg (pareja en la vida real de Yvan Attal)
es una escritora conocida por su feminismo radical que se tiene que enfrentar a
sus propios fantasmas y claroscuros.
Attal consigue que el espectador participe,
como un miembro más del jurado, en un juicio en el que fiscales y abogados dilucidan
sobre la violencia y la intimidación en una intimidad como la sexual. Intimidad
difícilmente comprendida por terceros, en la que se conjugan voluntades y
deseos, confidencias y sugerencias, insinuaciones e imposiciones, y en donde un
entorno machista y cosificado contra la mujer puede convertir en una violación lo
que debería ser un proceso de descubrimiento. Al espectador le surgen dudas
razonables sobre la dudosa inocencia del acusado, y bastantes certezas sobre la
culpabilidad de una sociedad machista que ampara realidades de dominación y
violencia sexual.
Como en su película “Una razón brillante” en
la que la protagonista, una joven marroquí se niega a competir en la final del
concurso de dialéctica porque no quiere ser vencedora en el lenguaje de los
opresores, aquí la joven que pone la denuncia por violación se siente oprimida
por una sociedad que en tantas ocasiones tan sólo la considera como objeto
sexual. En el concurso de la oratoria para la que es preparada la joven
marroquí en la película “Una razón brillante” su racista profesor le dice: “lo
importante no es la verdad, sino aparentar tener razón”. No debería ser de lo
que se trata, pero a ese juego nos someten abogados y fiscales y es, en este
escenario, en el que discurre la acción de la película y en donde nos
implicamos como espectadores.
Preparaos para una tesis sobre el tan traído
consentimiento del “solo sí es si”. Dirimir la inocencia o culpabilidad del
acusado es el propósito de la película. Independientemente de la condena que se
le ponga, sobre lo que posiblemente estaremos todos de acuerdo es que el
acusado, con delito o sin él, ese instruido, sensible y educado joven, no obra
de buena fe.
Empieza el juicio. Como miembros del jurado se
nos exige ecuanimidad con las dificultades que ello conlleva. Como en la
película “Anatomía de un asesinato” ante el “protesto” del fiscal a la
pregunta del excelente abogado defensor protagonizado por Jame Stewart, el juez
dictamina:
- Se admite la protesta. El jurado debe hacer
caso omiso a la pregunta del abogado defensor- apostilla el juez.
- ¿Cómo puede el jurado hacer caso omiso de lo que ha oído?, le
pregunta el acusado a James Stewart.
- No puede,
contesta éste.
El
papel del jurado en esta película de juicios debe ser, precisamente, suspender
el juicio: el propio, ese cargado de ideologías y prejuicios.
Como
decía el maestro Machado, buscar la verdad.
“¿Tu
verdad? No, la Verdad; y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela”.
No
hay más preguntas, señor juez.
The End