El
color de tu mirada
Sala de espera de unas consultas externas de
Hospital. No hay nadie. Son las 9,30 de una mañana de verano. Y la auxiliar me
ha recibido con una cálida sonrisa haciendo ver que pronto seré atendido.
Entro en la consulta y me encuentro a una persona
joven con bata que mira la pantalla del ordenador.
Son breves minutos de preguntas y de exploración y
me despido sin que en ningún momento me haya mirado. Me despido con un
agradecimiento que se debe más a mis normas de urbanidad que a la sinceridad. Y
me pregunto en qué habré fallado como paciente.
Salgo de allí con un cierto grado de incomodidad.
He estado al otro lado de la mesa. Como mis pacientes. Como los pacientes que
somos todos, incluido ella que no se quién es porque no se ha presentado.
Como cada día me doy cuenta de lo importante que
es para las personas sentirse reconocidas como tal y cualquiera que tenga
nociones de educación, no ya de comunicación sabe que el saludo, la mirada y el
dirigirse al otro por su nombre son claves en el establecimiento de una
relación.
Caminamos hacia un médico robot y un
paciente de plástico
Pero seguramente, a esta profesional, posible
médico residente, nunca le hayan enseñado a relacionarse. Ni en el pregrado ni
en el transcurso de la especialidad. Y es que a pesar de que le he dado pistas
comunicacionales verbales y no verbales para que le resultara más fácil ser
empática parecía más bien un robot1 algo que podría suceder si las
cosas no cambian en un futuro próximo.
Quizás no conozca la importancia de la
comunicación en su profesión. No sepa lo que la escucha y la compasión
significan para los pacientes. La indispensable necesidad de vinculación para
cualquier relación terapéutica o de ayuda.
Lo importante para el paciente
Posiblemente la rotación más necesaria para
los médicos residentes sea la sala de espera en urgencias y en las consultas de
los hospitales y los centros de salud.
Allí se habla de verdad, se comparten
experiencias, preocupaciones, temores y expectativas. Como en aquella sala de
espera de la película2 de Kurosawa en la que el funcionario
escucha la experiencia de otro paciente, que es el único que le dice la verdad
y que tanto tiene que hacernos reflexionar a los sanitarios.
Desde los principios de Picker3,4, al
decálogo del paciente que propone África periodista, paciente y madre5
lo más importante para cualquier paciente es sentirse tratados como personas6.
Sentir que tiempo y espacio son para él, para
ella, los consultantes. Algo que los sanitarios conocemos bien desde las
experiencias de psicoterapeutas como Carl Rogers y propuestas de
filósofos como Abraham Maslow. Un tipo de atención sanitaria cuya
efectividad ha sido confirmada reiteradamente en estudios sobre el modelo de
relación centrada en el paciente7.
La presencia ausente
Creo que vivimos unos tiempos y una sociedad de
ausencias presentes o presencias ausentes.
Mientras descansas en una terraza con un rico
helado, comes con tu familia, o compartes una cerveza con los amigos una de las
aficiones sociológicas de mayor interés es observar a la gente a tu alrededor y
comprobar que los novios, los amigos, las parejas e incluso los niños no se
miran. Solo miran a sus teléfonos, tabletas o maquinitas de juegos. Los padres
enganchan a sus hijos de muy corta edad a las máquinas para que no les molesten
mientras comen o viajan y les parece lo normal.
Es como si la socialización, el trabajo y disfrute
en común hubiesen desaparecido y volviéramos a la caverna de Platón.
Solos con nuestras pantallas.
¿Cómo extrañarnos entonces de que los médicos no
nos miren en este contexto social? Igual que aquella joven profesional los
médicos actualmente dedican más tiempo a la pantalla del ordenador8
que a mirarnos.
¿Por qué mirar?
Quizás una primera respuesta debería ser por
curiosidad. Por la imperiosa necesidad humana desde que el hombre habitaba Atapuerca
o Altamira, de conocer lo que está en su entorno, para protegerse o
utilizarlo en su propio beneficio o placer.
Me parece imposible ser médico y ayudar sin una
gran dosis de curiosidad. Y en esta curiosidad va implícita la diferencia. Y el
asombro ante lo nuevo, lo diferente, lo que cada persona nos trae como
aprendizaje.
En segundo
lugar, por necesidad. Necesidad
de identificar al otro para establecer una relación, llevar a cabo tareas y
buscar objetivos.
En tercer lugar por compromiso. Una
consulta debería ser un espacio sagrado lleno de encuentros entre personas. Y
el médico saber de antemano que no hay ni puede haber dos pacientes iguales de
modo que el inicio de cada encuentro está basado en el reconocimiento del otro9.
Y no conoces ni reconoces si no miras.
La mirada es el Kairós*. El
momento en el que el médico debe intervenir10. La
mirada es la puerta abierta a la comunicación porque posibilita la
sonrisa y condiciona la empatía.
No hay relación sin mirada. No hay posibilidad de
sonreír ni empatizar sin la mirada. No hay posible
diagnóstico ni tratamiento verdadero sin mirada.
¿Está en peligro la atención basada en
la relación?
Parece que la atención basada en la relación es un
modelo de medicina general11 que lentamente se extingue, que puede
estar en peligro porque las necesidades y prioridades de gestores y políticos
dan permanentemente la espalda a la realidad cotidiana y por su falta de
sensatez e ignorancia de las pruebas científicas.
Quizás la tecnificación y el culto a las pruebas por
parte de la sociedad y las personas que consultan, cuanto más sofisticadas y
costosas mejor condiciona la pérdida del papel de la relación. Y obliga al
médico a realizar un esfuerzo de tiempo y de comunicación asertiva para confirmar
que hoy en día la clave del diagnóstico y el tratamiento se centran en la
relación.
Después de la experiencia vivida en la que el
tiempo de atención a la pantalla del ordenador y de escribir en él ocupó la
mayoría del tiempo de mi consulta y de mi imposibilidad para hablar veo a la
joven con su ordenador como si fuera el globo terráqueo en la escena de El
gran dictador12. El gran dictador de la sanidad en nuestros días
es el ordenador.
Sin embargo, queda una puerta a la esperanza. Una
puerta que se abre con cada médico residente empeñado en seguir este tipo de
atención, con cada médico que propone la importancia de la relación13,14.
De paciente pasivo a e-paciente.
Parecería que estamos en una nueva era de la
medicina, un nuevo modelo en el que el paciente adquiere una mayor perspectiva
objetual como cuando en el siglo XIX con la aparición del estetoscopio la
auscultación contribuyó a crear el médico objetivo, que podía liberarse de la implicación
en las experiencias y sensaciones del paciente, para pasar a una relación más
independiente, menos con el paciente y más con los sonidos e interior del
cuerpo15. Y después de ello
vinieron, el informe Flexner21 promovido por los grandes
magnates, la irrupción de la tecnología ( pruebas complementarias de imagen y
analíticas), la formación de los profesionales con el objetivo más de aprobar
la oposición MIR que saber tratar a un paciente como nos diría Marañón,
el hospital centrismo promovido por todos los políticos y los medidos de
comunicación que centran las noticias sanitarias en todo aquello que sea
espectacular y dejan sin argumentos a pacientes y médicos para llevar a cabo
una medicina sensata, humana y sabia.
Pero también las leyes y las redes. Leyes que
posibilitan que los pacientes ya no sean enfermos, (del latín infirmus,
sin firmeza), si no decisores sobre su salud y su vida a través del
conocimiento compartido con los sanitarios.
Las redes que llegan para quedarse y establecer de
una manera imparable una nueva relación entre las personas y por ende entre los
pacientes y los médicos. Con sus fortalezas y sus debilidades. Con sus peligros
y sus grandes ventajas de ser una ventana abierta a la oportunidad de
compartir.
Entran en escena por tanto, los e-pacientes17,18
con las e de empoderado, escuchado, experto, educado, comprometido (engaged) y capacitado
(enabled).
Este nuevo modelo de relación permite obtener mejores
resultados en salud, mejor comunicación y más satisfacción y confianza mutua y
en el sistema sanitario.
Aquel día me sentía al entrar en la consulta un
e-paciente, sin embargo me marché de allí sin poder conocer el color de su
mirada19.
3.
https://www.oneviewhealthcare.com/the-eight-principles-of-patient-centered-care/
4.
http://gestionclinicavarela.blogspot.com/2019/02/que-quieren-los-pacientes-proposito-de.html
5.
http://gestionclinicavarela.blogspot.com/2019/06/decalogo-del-paciente.html
6.
https://www2.deloitte.com/content/dam/Deloitte/us/Documents/life-sciences-health-care/us-lshc-deloitte-2016-consumer-priorities-in-health-care-survey.pdf
7.
Prados J.A, Cebriá J, Bosch JM.
Comunicación centrada en el paciente: una aplicación clínica. FMC. 2000;
7:83-88
8.
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/29432623
9.
Browne T. La religión de un médico.
Penguin clásicos. 2002. Barcelona.
10. Aristóteles.
El hombre de genio y la melancolía. Problema XXX. Acantilado. 2007. Barcelona
11. https://gerentedemediado.blogspot.com/2019/08/atencion-basada-en-la-relacion-un.html?m=1
12. https://www.youtube.com/watch?v=3ufGTd1Hpfg
13. https://www.actasanitaria.com/pacientes-mas-alla-de-diagnosticos-y-de-tratamientos-como-personas-de-las-que-sabemos-poco/
14. https://blogs.bmj.com/bmj/2018/08/29/abraar-karan-changing-way-communicate-patients/
15. Reiser S J. Medicine and the reign of technology. 1978.
Cambridge. University press.
16. Flexner
A. Medical education in the United States and Canada. New York: Carnegie
Foundation for the Advancement of Teaching; 1910.
17. https://www.granadadigital.es/los-e-pacientes-la-clave-del-futuro-de-la-asistencia-sanitaria/
18. https://www.youtube.com/watch?v=9yQ_Nf17XVM
*El Kairós es una noción específicamente
griega, que corresponde, al ideal de la medida de lo cualitativo. Primera
aforismo de Hipócrates. La vida es corta, el arte largo, la ocasión difícil. El
Kairós es el momento en el que el médico debe intervenir
José Ignacio Torres Jiménez
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